Ya hay asistentes virtuales que contribuyen a mitigar los problemas emocionales y mentales. Y los psicólogos están encantados con ellos.
La inteligencia artificial (IA) parece conquistarlo todo: desde las tareas más automatizables hasta las que requieren más cualidades humanas, como la psicología. Aunque resulte difícil entender que un algoritmo pueda desarrollar algunas de las funciones de un psicólogo, hay asistentes virtuales en forma de chatbots que ya desempeñan esas labores. Los psicólogos creen que es una buena noticia y entienden que esta tecnología puede ser una herramienta que complemente su actividad.
—Cuando sientes ansiedad, ¿das por hecho que va a ocurrir algo malo?
—No siempre, pero me sucede a menudo.
—Esta distorsión se llama “adivinación” y está vinculada a la ansiedad. Consiste en predecir el resultado de eventos antes de que sucedan. Pero lo cierto es que nadie puede adivinar el futuro, aunque tú creas saber que las cosas van a empeorar. Tu cerebro te la está jugando.
Es una conversación que podrían tener un psicólogo y su paciente. Pero, en este caso, es el chatbot Woebot quien contesta, una IA programada con herramientas de la terapia cognitivo-conductual, la más extendida entre los profesionales de la psicología. Es un tratamiento basado en la idea de que no son los eventos los que nos afectan, sino nuestra forma de pensar sobre ellos. “Y lo que pensamos, muchas veces, viene definido por lo que nos decimos a nosotros mismos”, explica el chatbot. Este tipo de terapia es útil para tratar fobias específicas (como la claustrofobia o el miedo a la alturas) o trastornos como el obsesivo-compulsivo.
El asistente pretende ayudar a los pacientes con problemas de ansiedad y síntomas de depresión, registrando datos, dándoles información, un lugar donde desahogarse en cualquier momento e incluso acceso directo al número de emergencias cuando detecta palabras clave como suicidio. Woebot se pone en contacto con el paciente varias veces a lo largo del día a través del chat de Facebook y le pregunta qué está haciendo y cómo se está sintiendo. El objetivo es que, con el tiempo, la IA revele patrones que permiten vincular ciertos sentimientos y pensamientos con ciertas situaciones. El valor añadido que aportan estos programas es que son capaces de definir patrones difíciles de percibir para los humanos.
Pero no solo hace preguntas, también puede mantener una conversación natural. Una de las funciones que más valoran los expertos es la de explicar al paciente lo que le pasa: esto le ayuda a entender y normalizar sus procesos mentales y emociones. “Es muy didáctico, te explica conceptos y relaciones causales, por ejemplo, te enseña que lo que piensas condiciona cómo te vas a sentir”, señala la psicóloga Elisa Sánchez. También ofrece soluciones prácticas: si estás estresado por el trabajo, el bot te propone maneras de reformular los sentimientos para enfocarlos de una forma más productiva. Como se lee en la conversación de ejemplo, puede servir para identificar y abordar pensamientos tóxicos y entender qué son las distorsiones cognitivas, los pensamientos catastrofistas o por qué creemos que podemos leer la mente de los demás (“si hablo en público todos pensarán que estoy haciendo el ridículo”).
Son síntomas habituales de la ansiedad. Woebot es solo uno de los ejemplos más populares. Los chatbots ganan terreno conforme la tecnología evoluciona y la inteligencia emocional se aplica a las máquinas. Los avances en el procesamiento del lenguaje natural han ayudado a que los asistentes sean más útiles. Como ejemplo, la ciencia ha demostrado que las máquinas con empatía e inteligencia emocional como la foca de peluche Paro —que ha aparecido en series como Los Simpson y Master of None— reducen el estrés y la ansiedad y favorecen la autonomía. Este asistente es especialmente útil para personas con demencia, alzhéimer y autismo. Pero, ¿hablar con un ordenador ayuda a mejorar tu salud mental? Las pruebas que hay hasta ahora, aunque son escasas, dicen que sí. Un grupo de investigadores de Stanford comprobó con un grupo de control que el Woebot podía ayudar a la gente a sentirse mejor solo dos semanas después de empezar la terapia virtual.
No sustituye a los terapeutas
Estos chatbots ganan popularidad —Woebot, disponible como app para IOS, entabla unos dos millones de conversaciones a la semana—, pero no dejan de ser programas que dan respuestas automáticas, aunque parezca que entienden lo que les dices. Sus limitaciones tienen que ver con su incapacidad de sacar conclusiones y deducir por el contexto. Por ejemplo, no podrían decir “por lo que me estás contando, creo que deberías ir a terapia”. Se insiste en que no puede ser una alternativa al tratamiento con un humano.
Precisamente ese es uno de los puntos sobre el que alertan los profesionales. “Es el psicólogo quien debe recomendar la herramienta y el uso que se hace de ella”, opina Cristina Larroy desde el Colegio Oficial de Psicólogos, quien se muestra encantada de que se esté demostrando que los chatbots y la tecnología pueden ayudar a tratar a los pacientes. Y la psicóloga Elisa Sánchez está de acuerdo. “Los asistentes virtuales pueden ser una ayuda para personas a las que les cuesta asumir que les vendría bien ir al psicólogo”. Aunque advierte: “También puede convertirse en un problema si una persona que necesita terapia decide no ir porque piensa que con esto es suficiente”.
Entre sus limitaciones, hay algunas cuestiones no resueltas sobre la ciberseguridad. Como, ¿qué pasa con la información que das durante esas conversaciones? En una terapia con una persona, te protege el código deontológico del psicólogo, pero los chatbots viven en un limbo en el que no se sabe muy bien a dónde va a parar la información de los pacientes. Adam Cheyer, cofundador de Siri, asegura que el nivel de desarrollo de estos asistentes es similar al de Internet en 1994 y que pronto serán tan importantes en nuestras vidas como lo son ahora los smartphones. La regulación llegará después: ahora están creciendo y parece difícil limitar sus posibilidades.
Fuente: https://elpais.com/retina/2017/12/18/talento/1513619563_062597.html#?rel=mas